Sunday, May 31, 2009

Lucas 17-24 (Reina-Valera Antigua)

Lucas 17-24 (Reina-Valera Antigua)
Lucas 17 1Y A SUS discípulos dice: Imposible es que no vengan escándalos; mas ¡ay de aquél por quien vienen!
2Mejor le fuera, si le pusiesen al cuello una piedra de molino, y le lanzasen en el mar, que escandalizar á uno de estos pequeñitos.
3Mirad por vosotros: si pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale.
4Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere á ti, diciendo, pésame, perdónale.
5Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.
6Entonces el Señor dijo: Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diréis á este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá.
7¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara ó apacienta, que vuelto del campo le diga luego: Pasa, siéntate á la mesa?
8¿No le dice antes: Adereza qué cene, y arremángate, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come tú y bebe?
9¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no.
10Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos.
11Y aconteció que yendo él á Jerusalem, pasaba por medio de Samaria y de Galilea.
12Y entrando en una aldea, viniéronle al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos,
13Y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros.
14Y como él los vió, les dijo: Id, mostraos á los sacerdotes. Y aconteció, que yendo ellos, fueron limpios.
15Entonces uno de ellos, como se vió que estaba limpio, volvió, glorificando á Dios á gran voz;
16Y derribóse sobre el rostro á sus pies, dándole gracias: y éste era Samaritano.
17Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve dónde están?
18¿No hubo quien volviese y diese gloria á Dios sino este extranjero?
19Y díjole: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
20Y preguntado por los Fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia;
21Ni dirán: Helo aquí, ó helo allí: porque he aquí el reino de Dios entre vosotros está.
22Y dijo á sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
23Y os dirán: Helo aquí, ó helo allí. No vayáis, ni sigáis.
24Porque como el relámpago, relampagueando desde una parte de debajo del cielo, resplandece hasta la otra debajo del cielo, así también será el Hijo del hombre en su día.
25Mas primero es necesario que padezca mucho, y sea reprobado de esta generación.
26Y como fué en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre.
27Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó á todos.
28Asimismo también como fué en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
29Mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó á todos:
30Como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará.
31En aquel día, el que estuviere en el terrado, y sus alhajas en casa, no descienda á tomarlas: y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás.
32Acordaos de la mujer de Lot.
33Cualquiera que procurare salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la perdiere, la salvará.
34Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.
35Dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, y la otra dejada.
36Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado.
37Y respondiendo, le dicen: ¿Dónde, Señor? Y él les dijo: Donde estuviere el cuerpo, allá se juntarán también las águilas.

Lucas 18 1Y PROPUSOLES también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
2Diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía á Dios, ni respetaba á hombre.
3Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía á él diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
4Pero él no quiso por algún tiempo; mas después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo á Dios, ni tengo respeto á hombre,
5Todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela.
6Y dijo el Señor: Oid lo que dice el juez injusto.
7¿Y Dios no hará justicia á sus escogidos, que claman á él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos?
8Os digo que los defenderá presto. Empero cuando el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?
9Y dijo también á unos que confiaban de sí como justos, y menospreciaban á los otros, esta parábola:
10Dos hombres subieron al templo á orar: el uno Fariseo, el otro publicano.
11El Fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
12Ayuno dos veces á la semana, doy diezmos de todo lo que poseo.
13Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé propició á mí pecador.
14Os digo que éste descendió á su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.
15Y traían á él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos les reñían.
16Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejad los niños venir á mí, y no los impidáis; porque de tales es el reino de Dios.
17De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
18Y preguntóle un príncipe, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?
19Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? ninguno hay bueno sino sólo Dios.
20Los mandamientos sabes: No matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio: Honra á tu padre y á tu madre.
21Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud.
22Y Jesús, oído esto, le dijo: Aun te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
23Entonces él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico.
24Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
25Porque más fácil cosa es entrar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el reino de Dios.
26Y los que lo oían, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?
27Y él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es para Dios.
28Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado las posesiones nuestras, y te hemos seguido.
29Y él les dijo: De cierto os digo, que nadie hay que haya dejado casa, padres, ó hermanos, ó mujer, ó hijos, por el reino de Dios,
30Que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.
31Y Jesús, tomando á los doce, les dijo: He aquí subimos á Jerusalem, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, del Hijo del hombre.
32Porque será entregado á las gentes, y será escarnecido, é injuriado, y escupido.
33Y después que le hubieren azotado, le matarán: mas al tercer día resucitará.
34Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se decía.
35Y aconteció que acercándose él á Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;
36El cual como oyó la gente que pasaba, preguntó qué era aquello.
37Y dijéronle que pasaba Jesús Nazareno.
38Entonces dió voces, diciendo: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.
39Y los que iban delante, le reñían que callase; mas él clamaba mucho más: Hijo de David, ten misericordia de mí.
40Jesús entonces parándose, mandó traerle á sí: y como él llegó, le preguntó,
41Diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que vea.
42Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha hecho salvo.
43Y luego vió, y le seguía, glorificando á Dios: y todo el pueblo como lo vió, dió á Dios alabanza.

Lucas 19 1Y HABIENDO entrado Jesús, iba pasando por Jericó;
2Y he aquí un varón llamado Zaqueo, el cual era el principal de los publicanos, y era rico;
3Y procuraba ver á Jesús quién fuese; mas no podía á causa de la multitud, porque era pequeño de estatura.
4Y corriendo delante, subióse á un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.
5Y como vino á aquel lugar Jesús, mirando, le vió, y díjole: Zaqueo, date priesa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa.
6Entonces él descendió apriesa, y le recibió gozoso.
7Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado á posar con un hombre pecador.
8Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo con el cuatro tanto.
9Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación á esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
10Porque el Hijo del hombre vino á buscar y á salvar lo que se había perdido.
11Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalem, y porque pensaban que luego había de ser manifestado el reino de Dios.
12Dijo pues: Un hombre noble partió á una provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver.
13Mas llamados diez siervos suyos, les dió diez minas, y díjoles: Negociad entre tanto que vengo.
14Empero sus ciudadanos le aborrecían, y enviaron tras de él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
15Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar á sí á aquellos siervos á los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.
16Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
17Y él le dice: Está bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades.
18Y vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas.
19Y también á éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.
20Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañizuelo:
21Porque tuve miedo de ti, que eres hombre recio; tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste.
22Entonces él le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era hombre recio, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
23¿Por qué, no diste mi dinero al banco, y yo viniendo lo demandara con el logro?
24Y dijo á los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.
25Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.
26Pues yo os digo que á cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.
27Y también á aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí.
28Y dicho esto, iba delante subiendo á Jerusalem.
29Y aconteció, que llegando cerca de Bethfagé, y de Bethania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,
30Diciendo: Id á la aldea de enfrente; en la cual como entrareis, hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se ha sentado jamás; desatadlo, y traedlo.
31Y si alguien os preguntare, ¿por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo ha menester.
32Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.
33Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
34Y ellos dijeron: Porque el Señor lo ha menester.
35Y trajéronlo á Jesús; y habiéndo echado sus vestidos sobre el pollino, pusieron á Jesús encima.
36Y yendo él tendían sus capas por el camino.
37Y como llegasen ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron á alabar á Dios á gran voz por todas las maravillas que habían visto,
38Diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor: paz en el cielo, y gloria en lo altísimo!
39Entonces algunos de los Fariseos de la compañía, le dijeron: Maestro, reprende á tus discípulos.
40Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaren, las piedras clamarán.
41Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella,
42Diciendo: ¡Oh si también tú conocieses, á lo menos en este tu día, lo que toca á tu paz! mas ahora está encubierto de tus ojos.
43Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho,
44Y te derribarán á tierra, y á tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
45Y entrando en el templo, comenzó á echar fuera á todos los que vendían y compraban en él.
46Diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
47Y enseñaba cada día en el templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle.
48Y no hallaban qué hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.

Lucas 20 1Y ACONTECIO un día, que enseñando él al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegáronse los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con los ancianos;
2Y le hablaron, diciendo: Dinos: ¿con qué potestad haces estas cosas? ¿ó quién es el que te ha dado esta potestad?
3Respondiendo entonces Jesús, les dijo: Os preguntaré yo también una palabra; respondedme:
4El bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres?
5Mas ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
6Y si dijéremos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará: porque están ciertos que Juan era profeta.
7Y respondieron que no sabían de dónde.
8Entonces Jesús les dijo: Ni yo os digo con qué potestad hago estas cosas.
9Y comenzó á decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y arrendóla á labradores, y se ausentó por mucho tiempo.
10Y al tiempo, envió un siervo á los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; mas los labradores le hirieron, y enviaron vacío.
11Y volvió á enviar otro siervo; mas ellos á éste también, herido y afrentado, le enviaron vacío.
12Y volvió á enviar al tercer siervo; mas ellos también á éste echaron herido.
13Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado: quizás cuando á éste vieren, tendrán respeto.
14Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra.
15Y echáronle fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué pues, les hará el señor de la viña?
16Vendrá, y destruirá á estos labradores, y dará su viña á otros. Y como ellos lo oyeron, dijeron: ¡Dios nos libre!
17Mas él mirándolos, dice: ¿Qué pues es lo que está escrito: La piedra que condenaron los edificadores, Esta fué por cabeza de esquina?
18Cualquiera que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre el que la piedra cayere, le desmenuzará.
19Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola: mas temieron al pueblo.
20Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, para sorprenderle en palabras, para que le entregasen al principado y á la potestad del presidente.
21Los cuales le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas bien, y que no tienes respeto á persona; antes enseñas el camino de Dios con verdad.
22¿Nos es lícito dar tributo á César, ó no?
23Mas él, entendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?
24Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César.
25Entonces les dijo: Pues dad á César lo que es de César; y lo que es de Dios, á Dios.
26Y no pudieron reprender sus palabras delante del pueblo: antes maravillados de su respuesta, callaron.
27Y llegándose unos de los Saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron,
28Diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y muriere sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante simiente á su hermano.
29Fueron, pues, siete hermanos: y el primero tomó mujer, y murió sin hijos.
30Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos.
31Y la tomó el tercero: asimismo también todos siete: y muerieron sin dejar prole.
32Y á la postre de todos murió también la mujer.
33En la resurrección, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete la tuvieron por mujer.
34Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y son dados en casamiento:
35Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamiento:
36Porque no pueden ya más morir: porque son iguales á los ángeles, y son hijos de Dios, cuando son hijos de la resurrección.
37Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob.
38Porque Dios no es Dios de muertos, mas de vivos: porque todos viven á él.
39Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho.
40Y no osaron más preguntarle algo.
41Y él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?
42Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra,
43Entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies.
44Así que David le llama Señor: ¿cómo pues es su hijo?
45Y oyéndole todo el pueblo, dijo á sus discípulos:
46Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;
47Que devoran las casas de las viudas, poniendo por pretexto la larga oración: éstos recibirán mayor condenación.

Lucas 21 1Y MIRANDO, vió á los ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio.
2Y vió también una viuda pobrecilla, que echaba allí dos blancas.
3Y dijo: De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos:
4Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
5Y á unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo:
6Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída.
7Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de comenzar á ser hechas?
8El entonces dijo: Mirad, no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy; y, el tiempo está cerca: por tanto, no vayáis en pos de ellos.
9Empero cuando oyereis guerras y sediciones, no os espantéis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero: mas no luego será el fin.
10Entonces les dijo: Se levantará gente contra gente, y reino contra reino;
11Y habrá grandes terremotos, y en varios lugares hambres y pestilencias: y habrá espantos y grandes señales del cielo.
12Mas antes de todas estas cosas os echarán mano, y perseguirán, entregándoos á las sinagogas y á las cárceles, siendo llevados á los reyes y á los gobernadores por causa de mi nombre.
13Y os será para testimonio.
14Poned pues en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder:
15Porque yo os daré boca y sabiduría, á la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opondrán.
16Mas seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán á algunos de vosotros.
17Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre.
18Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá.
19En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.
20Y cuando viereis á Jerusalem cercada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado.
21Entonces los que estuvieren en Judea, huyan á los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella.
22Porque estos son días de venganza: para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
23Mas ¡ay de las preñadas, y de las que crían en aquellos días! porque habrá apuro grande sobre la tierra é ira en este pueblo.
24Y caerán á filo de espada, y serán llevados cautivos á todas las naciones: y Jerusalem será hollada de las gentes, hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos.
25Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las ondas:
26Secándose los hombres á causa del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán á la redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos serán conmovidas.
27Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con potestad y majestad grande.
28Y cuando estas cosas comenzaren á hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.
29Y díjoles una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles:
30Cuando ya brotan, viéndolo, de vosotros mismos entendéis que el verano está ya cerca.
31Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, entended que está cerca el reino de Dios.
32De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo sea hecho.
33El cielo y la tierra pasarán; mas mis palabras no pasarán.
34Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
35Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.
36Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del hombre.
37Y enseñaba de día en el templo; y de noche saliendo, estábase en el monte que se llama de las Olivas.
38Y todo el pueblo venía á él por la mañana, para oirle en el templo.

Lucas 22 1Y ESTABA cerca el día de la fiesta de los ázimos, que se llama la Pascua.
2Y los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo le matarían; mas tenían miedo del pueblo.
3Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce;
4Y fué, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y con los magistrados, de cómo se lo entregaría.
5Los cuales se holgaron, y concertaron de darle dinero.
6Y prometió, y buscaba oportunidad para entregarle á ellos sin bulla.
7Y vino el día de los ázimos, en el cual era necesario matar la pascua.
8Y envió á Pedro y á Juan, diciendo: Id, aparejadnos la pascua para que comamos.
9Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que aparejemos?
10Y él les dijo: He aquí cuando entrareis en la ciudad, os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle hasta la casa donde entrare,
11Y decid al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde tengo de comer la pascua con mis discípulos?
12Entonces él os mostrará un gran cenáculo aderezado; aparejad allí.
13Fueron pues, y hallaron como les había dicho; y aparejaron la pascua.
14Y como fué hora, sentóse á la mesa, y con él los apóstoles.
15Y les dijo: En gran manera he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca;
16Porque os digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios.
17Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, dijo: Tomad esto, y partidlo entre vosotros;
18Porque os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.
19Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dió, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí.
20Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
21Con todo eso, he aquí la mano del que me entrega, conmigo en la mesa.
22Y á la verdad el Hijo del hombre va, según lo que está determinado; empero ¡ay de aquél hombre por el cual es entregado!
23Ellos entonces comenzaron á preguntar entre sí, cuál de ellos sería el que había de hacer esto.
24Y hubo entre ellos una contienda, quién de ellos parecía ser el mayor.
25Entonces él les dijo: Los reyes de las gentes se enseñorean de ellas; y los que sobre ellas tienen potestad, son llamados bienhechores:
26Mas vosotros, no así: antes el que es mayor entre vosotros, sea como el más mozo; y el que es príncipe, como el que sirve.
27Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta á la mesa, ó el que sirve? ¿No es el que se sienta á la mesa? Y yo soy entre vosotros como el que sirve.
28Empero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones:
29Yo pues os ordeno un reino, como mi Padre me lo ordenó á mí,
30Para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos juzgando á las doce tribus de Israel.
31Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandaros como á trigo;
32Mas yo he rogado por ti que tu fe no falte: y tú, una vez vuelto, confirma á tus hermanos.
33Y él le dijo: Señor, pronto estoy á ir contigo aun á cárcel y á muerte.
34Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.
35Y á ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada.
36Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene, venda su capa y compre espada.
37Porque os digo, que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y con los malos fué contado: porque lo que está escrito de mí, cumplimiento tiene.
38Entonces ellos dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y él les dijo: Basta.
39Y saliendo, se fué, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron.
40Y como llegó á aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.
41Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,
42Diciendo: Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; empero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
43Y le apareció un ángel del cielo confortándole.
44Y estando en agonía, oraba más intensamente: y fué su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
45Y como se levantó de la oración, y vino á sus discípulos, hallólos durmiendo de tristeza;
46Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad que no entréis en tentación.
47Estando él aún hablando, he aquí una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos; y llegóse á Jesús para besarlo.
48Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con beso entregas al Hijo del hombre?
49Y viendo los que estaban con él lo que había de ser, le dijeron: Señor, ¿heriremos á cuchillo?
50Y uno de ellos hirió á un siervo del príncipe de los sacerdotes, y le quitó la oreja derecha.
51Entonces respondiendo Jesús, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja, le sanó.
52Y Jesús dijo á los que habían venido á él, los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados del templo, y los ancianos: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos?
53Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.
54Y prendiéndole trajéronle, y metiéronle en casa del príncipe de los sacerdotes. Y Pedro le seguía de lejos.
55Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos alrededor, se sentó también Pedro entre ellos.
56Y como una criada le vió que estaba sentado al fuego, fijóse en él, y dijo: Y éste con él estaba.
57Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco.
58Y un poco después, viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo: Hombre, no soy.
59Y como una hora pasada otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es Galileo.
60Y Pedro dijo: Hombre, no sé qué dices. Y luego, estando él aún hablando, el gallo cantó.
61Entonces, vuelto el Señor, miró á Pedro: y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
62Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente.
63Y los hombres que tenían á Jesús, se burlaban de él hiriéndole;
64Y cubriéndole, herían su rostro, y preguntábanle, diciendo: Profetiza quién es el que te hirió.
65Y decían otras muchas cosas injuriándole.
66Y cuando fué de día, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron á su concilio,
67Diciendo: ¿Eres tú el Cristo? dínos lo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis;
68Y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis:
69Mas después de ahora el Hijo del hombre se asentará á la diestra de la potencia de Dios.
70Y dijeron todos: ¿Luego tú eres Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que yo soy.
71Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio deseamos? porque nosotros lo hemos oído de su boca.

Lucas 23 1LEVANTANDOSE entonces toda la multitud de ellos, lleváronle á Pilato.
2Y comenzaron á acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte la nación, y que veda dar tributo á César, diciendo que él es el Cristo, el rey.
3Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiéndo él, dijo: Tú lo dices.
4Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las gentes: Ninguna culpa hallo en este hombre.
5Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
6Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo.
7Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió á Herodes, el cual también estaba en Jerusalem en aquellos días.
8Y Herodes, viendo á Jesús, holgóse mucho, porque hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer alguna señal.
9Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió:
10Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía.
11Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una ropa rica; y volvióle á enviar á Pilato.
12Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día; porque antes eran enemigos entre sí.
13Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo,
14Les dijo: Me habéis presentado á éste por hombre que desvía al pueblo: y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquéllas de que le acusáis.
15Y ni aun Herodes; porque os remití á él, y he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha hecho.
16Le soltaré, pues, castigado.
17Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.
18Mas toda la multitud dió voces á una, diciendo: Quita á éste, y suéltanos á Barrabás:
19(El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad, y una muerte.)
20Y hablóles otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesús.
21Pero ellos volvieron á dar voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale.
22Y él les dijo la tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa de muerte he hallado en él: le castigaré, pues, y le soltaré.
23Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían.
24Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían;
25Y les soltó á aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó á Jesús á la voluntad de ellos.
26Y llevándole, tomaron á un Simón Cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
27Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban.
28Mas Jesús, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloréis á mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.
29Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron.
30Entonces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros: y á los collados: Cubridnos.
31Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?
32Y llevaban también con él otros dos, malhechores, á ser muertos.
33Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda.
34Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.
35Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios.
36Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre,
37Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á ti mismo.
38Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
39Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros.
40Y respondiendo el otro, reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios, estando en la misma condenación?
41Y nosotros, á la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo.
42Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino.
43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.
45Y el sol se obscureció: y el velo del templo se rompió por medio.
46Entonces Jesús, clamando á gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró.
47Y como el centurión vió lo que había acontecido, dió gloria á Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
48Y toda la multitud de los que estaban presentes á este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos.
49Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
50Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo,
51(El cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el reino de Dios;
52Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
53Y quitado, lo envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual ninguno había aún sido puesto.
54Y era día de la víspera de la Pascua; y estaba para rayar el sábado.
55Y las mujeres que con él habían venido de Galilea, siguieron también y vieron el sepulcro, y cómo fué puesto su cuerpo.
56Y vueltas, aparejaron drogas aromáticas y ungüentos; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento.

Lucas 24 1Y EL primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado, y algunas otras mujeres con ellas.
2Y hallaron la piedra revuelta del sepulcro.
3Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
4Y aconteció, que estando ellas espantadas de esto, he aquí se pararon junto á ellas dos varones con vestiduras resplandecientes;
5Y como tuviesen ellas temor, y bajasen el rostro á tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
6No está aquí, mas ha resucitado: acordaos de lo que os habló, cuando aun estaba en Galilea,
7Diciendo: Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
8Entonces ellas se acordaron de sus palabras,
9Y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas á los once, y á todos los demás.
10Y eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, las que dijeron estas cosas á los apóstoles.
11Mas á ellos les parecían como locura las palabras de ellas, y no las creyeron.
12Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro: y como miró dentro, vió solos los lienzos echados; y se fué maravillándose de lo que había sucedido.
13Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día á una aldea que estaba de Jerusalem sesenta estadios, llamada Emmaús.
14E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acaecido.
15Y aconteció que yendo hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro, el mismo Jesús se llegó, é iba con ellos juntamente.
16Mas los ojos de ellos estaban embargados, para que no le conociesen.
17Y díjoles: ¿Qué pláticas son estas que tratáis entre vosotros andando, y estáis tristes?
18Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Tú sólo peregrino eres en Jerusalem, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos días?
19Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús Nazareno, el cual fué varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;
20Y cómo le entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros príncipes á condenación de muerte, y le crucificaron.
21Mas nosotros esperábamos que él era el que había de redimir á Israel: y ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que esto ha acontecido.
22Aunque también unas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales antes del día fueron al sepulcro:
23Y no hallando su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, los cuales dijeron que él vive.
24Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho; más á él no le vieron.
25Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
26¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
27Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían.
28Y llegaron á la aldea á donde iban: y él hizo como que iba más lejos.
29Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró pues á estarse con ellos.
30Y aconteció, que estando sentado con ellos á la mesa, tomando el pan, bendijo, y partió, y dióles.
31Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron; mas él se desapareció de los ojos de ellos.
32Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
33Y levantándose en la misma hora, tornáronse á Jerusalem, y hallaron á los once reunidos, y á los que estaban con ellos.
34Que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido á Simón.
35Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo había sido conocido de ellos al partir el pan.
36Y entre tanto que ellos hablaban estas cosas, él se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz á vosotros.
37Entonces ellos espantados y asombrados, pensaban que veían espíritu.
38Mas él les dice: ¿Por qué estáis turbados, y suben pensamientos á vuestros corazones?
39Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad, y ved; que el espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
40Y en diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
41Y no creyéndolo aún ellos de gozo, y maravillados, díjoles: ¿Tenéis aquí algo de comer?
42Entonces ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel.
43Y él tomó, y comió delante de ellos.
44Y él les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos.
45Entonces les abrió el sentido, para que entendiesen las Escrituras;
46Y díjoles: Así está escrito, y así fué necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
47Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando de Jerusalem.
48Y vosotros sois testigos de estas cosas.
49Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto.
50Y sacólos fuera hasta Bethania, y alzando sus manos, los bendijo.
51Y aconteció que bendiciéndolos, se fué de ellos; y era llevado arriba al cielo.
52Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron á Jerusalem con gran gozo;
53Y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo á Dios. Amén.

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