Sunday, May 31, 2009

Mateo 10-19 (Reina-Valera Antigua)

Mateo 10-19 (Reina-Valera Antigua)
Mateo 10 1ENTONCES llamando á sus doce discípulos, les dió potestad contra los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y sanasen toda enfermedad y toda dolencia.
2Y los nombres de los doce apóstoles son estos: el primero, Simón, que es dicho Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano;
3Felipe, y Bartolomé; Tomás, y Mateo el publicano; Jacobo hijo de Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre Tadeo;
4Simón el Cananita y Judas Iscariote, que también le entregó.
5á estos doce envió Jesús, á los cuales dió mandamiento, diciendo: Por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no entréis;
6Mas id antes á las ovejas perdidas de la casa de Israel.
7Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.
8Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios: de gracia recibisteis, dad de gracia.
9No aprestéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas;
10Ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su alimento.
11Mas en cualquier ciudad, ó aldea donde entrareis, investigad quién sea en ella digno, y reposad allí hasta que salgáis.
12Y entrando en la casa, saludadla.
13Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá á vosotros.
14Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa ó ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.
15De cierto os digo, que el castigo será más tolerable á la tierra de los de Sodoma y de los de Gomorra en el día del juicio, que á aquella ciudad.
16He aquí, yo os envío como á ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.
17Y guardaos de los hombres: porque os entregarán en concilios, y en sus sinagogas os azotarán;
18Y aun á príncipes y á reyes seréis llevados por causa de mí, por testimonio á ellos y á los Gentiles.
19Mas cuando os entregaren, no os apuréis por cómo ó qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado qué habéis de hablar.
20Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.
21Y el hermano entregará al hermano á la muerte, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir.
22Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que soportare hasta el fin, éste será salvo.
23Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid á la otra: porque de cierto os digo, que no acabaréis de andar todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del hombre.
24El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.
25Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de la familia llamaron Beelzebub, ¿cuánto más á los de su casa?
26Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.
27Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído predicadlo desde los terrados.
28Y no temáis á los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar: temed antes á aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
29¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae á tierra sin vuestro Padre.
30Pues aun vuestros cabellos están todos contados.
31Así que, no temáis: más valéis vosotros que muchos pajarillos.
32Cualquiera pues que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos.
33Y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos.
34No penséis que he venido para meter paz en la tierra: no he venido para meter paz, sino espada.
35Porque he venido para hacer disensión del hombre contra su padre, y de la hija contra su madre, y de la nuera contra su suegra.
36Y los enemigos del hombre serán los de su casa.
37El que ama padre ó madre más que á mí, no es digno de mí; y el que ama hijo ó hija más que á mí, no es digno de mí.
38Y el que no toma su cruz, y sigue en pos de mí, no es digno de mí.
39El que hallare su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí, la hallará.
40El que os recibe á vosotros, á mí recibe; y el que á mí recibe, recibe al que me envió.
41El que recibe profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá; y el que recibe justo en nombre de justo, merced de justo recibirá.
42Y cualquiera que diere á uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, en nombre de discípulo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa.

Mateo 11 1Y FUÉ, que acabando Jesús de dar mandamientos á sus doce discípulos, se fué de allí á enseñar y á predicar en las ciudades de ellos.
2Y oyendo Juan en la prisión los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos,
3Diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro?
4Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber á Juan las cosas que oís y veis:
5Los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos son limpiados, y los sordos oyen; los muertos son resucitados, y á los pobres es anunciado el evangelio.
6Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí.
7E idos ellos, comenzó Jesús á decir de Juan á las gentes: ¿Qué salisteis á ver al desierto? ¿una caña que es meneada del viento?
8Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de delicados vestidos? He aquí, los que traen vestidos delicados, en las casas de los reyes están.
9Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un profeta? También os digo, y más que profeta.
10Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, Que aparejará tu camino delante de ti.
11De cierto os digo, que no se levantó entre los que nacen de mujeres otro mayor que Juan el Bautista; mas el que es muy más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.
12Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y los valientes lo arrebatan.
13Porque todos los profetas y la ley hasta Juan profetizaron.
14Y si queréis recibir, él es aquel Elías que había de venir.
15El que tiene oídos para oir, oiga.
16Mas ¿á quién compararé esta generación? Es semejante á los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces á sus compañeros,
17Y dicen: Os tañimos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis.
18Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene.
19Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Mas la sabiduría es justificada por sus hijos.
20Entonces comenzó á reconvenir á las ciudades en las cuales habían sido hechas muy muchas de sus maravillas, porque no se habían arrepentido, diciendo:
21¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Bethsaida! porque si en Tiro y en Sidón fueran hechas las maravillas que han sido hechas en vosotras, en otro tiempo se hubieran arrepentido en saco y en ceniza.
22Por tanto os digo, que á Tiro y á Sidón será más tolerable el castigo en el día del juicio, que á vosotras.
23Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta los infiernos serás abajada; porque si en los de Sodoma fueran hechas las maravillas que han sido hechas en ti, hubieran quedado hasta el día de hoy.
24Por tanto os digo, que á la tierra de los de Sodoma será más tolerable el castigo en el día del juicio, que á ti.
25En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños.
26Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos.
27Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar.
28Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.
29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
30Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

Mateo 12 1EN aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en sábado; y sus discípulos tenían hambre, y comenzaron á coger espigas, y á comer.
2Y viéndolo los Fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer es sábado.
3Y él les dijo: ¿No habéis leído qué hizo David, teniendo él hambre y los que con él estaban:
4Cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no le era lícito comer, ni á los que estaban con él, sino á solos los sacerdotes¿
5O ¿no habéis leído en la ley, que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado, y son sin culpa?
6Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí.
7Mas si supieseis qué es: Misericordia quiero y no sacrificio, no condenarías á los inocentes:
8Porque Señor es del sábado el Hijo del hombre.
9Y partiéndose de allí, vino á la sinagoga de ellos.
10Y he aquí había allí uno que tenía una mano seca: y le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado? por acusarle.
11Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante?
12Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien.
13Entonces dijo á aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y fué restituída sana como la otra.
14Y salidos los Fariseos, consultaron contra él para destruirle.
15Mas sabiendo lo Jesús, se apartó de allí: y le siguieron muchas gentes, y sanaba á todos.
16Y él les encargaba eficazmente que no le descubriesen:
17Para que se cumpliese lo que estaba dicho por el profeta Isaías, que dijo:
18He aquí mi siervo, al cual he escogido; Mi Amado, en el cual se agrada mi alma: Pondré mi Espíritu sobre él Y á los Gentiles anunciará juicio.
19No contenderá, ni voceará: Ni nadie oirá en las calles su voz.
20La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque á victoria el juicio.
21Y en su nombre esperarán los Gentiles.
22Entonces fué traído á él un endemoniado, ciego y mudo, y le sanó; de tal manera, que el ciego y mudo hablaba y veía.
23Y todas las gentes estaban atónitas, y decían: ¿Será éste aquel Hijo de David?
24Mas los Fariseos, oyéndolo, decían: Este no echa fuera los demonios, sino por Beelzebub, príncipe de los demonios.
25Y Jesús, como sabía los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y toda ciudad ó casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
26Y si Satanás echa fuera á Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?
27Y si yo por Beelzebub echo fuera los demonios, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
28Y si por espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado á vosotros el reino de Dios.
29Porque, ¿cómo puede alguno entrar en la casa del valiente, y saquear sus alhajas, si primero no prendiere al valiente? y entonces saqueará su casa.
30El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, derrama.
31Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado á los hombres: mas la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada á los hombres.
32Y cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, le será perdonado: mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero.
33O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, ó haced el árbol corrompido, y su fruto dañado; porque por el fruto es conocido el árbol.
34Generación de víboras, ¿cómo podéis hablar bien, siendo malos? porque de la abundancia del corazón habla la boca.
35El hombre bueno del buen tesoro del corazón saca buenas cosas: y el hombre malo del mal tesoro saca malas cosas.
36Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio;
37Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
38Entonces respondiendo algunos de los escribas y de los Fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.
39Y él respondió, y les dijo: La generación mala y adulterina demanda señal; mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta.
40Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.
41Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron á la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás en este lugar.
42La reina del Austro se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque vino de los fines de la tierra para oir la sabiduría de Salomón: y he aquí más que Salomón en este lugar.
43Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla.
44Entonces dice: Me volvere á mi casa de donde salí: y cuando viene, la halla desocupada, barrida y adornada.
45Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y son peores las cosas; últimas del tal hombre que las primeras: así también acontecerá á esta generación mala.
46Y estando él aún hablando á las gentes, he aquí su madre y sus hermanos estaban fuera, que le querían hablar.
47Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están fuera, que te quieren hablar.
48Y respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?
49Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
50Porque todo aquel que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.

Mateo 13 1Y AQUEL día, saliendo Jesús de casa, se sentó junto á la mar.
2Y se allegaron á él muchas gentes; y entrándose él en el barco, se sentó, y toda la gente estaba á la ribera.
3Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí el que sembraba salió á sembrar.
4Y sembrando, parte de la simiente cayó junto al camino; y vinieron las aves, y la comieron.
5Y parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y nació luego, porque no tenía profundidad de tierra:
6Mas en saliendo el sol, se quemó; y secóse, porque no tenía raíz.
7Y parte cayó en espinas; y las espinas crecieron, y la ahogaron.
8Y parte cayó en buena tierra, y dió fruto, cuál a ciento, cuál á sesenta, y cuál á treinta.
9Quien tiene oídos para oir, oiga.
10Entonces, llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
11Y él respondiendo, les dijo: Por que á vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos; mas á ellos no es concedido.
12Porque á cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
13Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
14De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no miraréis.
15Porque el corazón de este pueblo está engrosado, Y de los oídos oyen pesadamente, Y de sus ojos guiñan: Para que no vean de los ojos, Y oigan de los oídos, Y del corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.
16Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
17Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron: y oir lo que oís, y no lo oyeron.
18Oid, pues, vosotros la parábola del que siembra:
19Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola, viene el malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazón: éste es el que fué sembrado junto al camino.
20Y el que fué sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y luego la recibe con gozo.
21Mas no tiene raíz en sí, antes es temporal que venida la aflicción ó la persecución por la palabra, luego se ofende.
22Y el que fué sembrado en espinas, éste es el que oye la palabra; pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra, y hácese infructuosa.
23Mas el que fué sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que lleva fruto: y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y otro á treinta.
24Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo:
25Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se fué.
26Y como la hierba salió é hizo fruto, entonces apareció también la cizaña.
27Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿de dónde, pues, tiene cizaña?
28Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la cojamos?
29Y él dijo: No; porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo.
30Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré á los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.
31Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que tomándolo alguno lo sembró en su campo:
32El cual á la verdad es la más pequeña de todas las simientes; mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
33Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante á la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudo.
34Todo esto habló Jesús por parábolas á las gentes, y sin parábolas no les hablaba:
35Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo.
36Entonces, despedidas las gentes, Jesús se vino á casa; y llegándose á él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.
37Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre;
38Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo;
39Y el enemigo que la sembró, es el diablo; y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40De manera que como es cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo.
41Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad,
42Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.
43Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga.
44Además, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
45También el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas;
46Que hallando una preciosa perla, fué y vendió todo lo que tenía, y la compró.
47Asimismo el reino de los cielos es semejante á la red, que echada en la mar, coge de todas suertes de peces:
48La cual estando llena, la sacaron á la orilla; y sentados, cogieron lo bueno en vasos, y lo malo echaron fuera.
49Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán á los malos de entre los justos,
50Y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.
51Díceles Jesús: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos responden: Sí, Señor.
52Y él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos, es semejante á un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
53Y aconteció que acabando Jesús estas parábolas, pasó de allí.
54Y venido á su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban atónitos, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría, y estas maravillas?
55¿No es éste el hijo del carpintero? ¿no se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo y José, y Simón, y Judas?
56¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?
57Y se escandalizaban en él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra y en su casa.
58Y no hizo allí muchas maravillas, á causa de la incredulidad de ellos.

Mateo 14 1EN aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús,
2Y dijo á sus criados: Este es Juan el Bautista: él ha resucitado de los muertos, y por eso virtudes obran en él.
3Porque Herodes había prendido á Juan, y le había aprisionado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano;
4Porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.
5Y quería matarle, mas temía al pueblo; porque le tenían como á profeta.
6Mas celebrándose el día del nacimiento de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó á Herodes.
7Y prometió él con juramento de darle todo lo que pidiese.
8Y ella, instruída primero de su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
9Entonces el rey se entristeció; mas por el juramento, y por los que estaban juntamente á la mesa, mandó que se le diese.
10Y enviando, degolló á Juan en la cárcel.
11Y fué traída su cabeza en un plato y dada á la muchacha; y ella la presentó á su madre.
12Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo, y lo enterraron; y fueron, y dieron las nuevas á Jesús.
13Y oyéndo lo Jesús, se apartó de allí en un barco á un lugar descierto, apartado: y cuando las gentes lo oyeron, le siguieron á pie de las ciudades.
14Y saliendo Jesús, vió un gran gentío, y tuvo compasión de ellos, y sanó á los que de ellos había enfermos.
15Y cuando fué la tarde del día, se llegaron á él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado: despide las gentes, para que se vayan por las aldeas, y compren para sí de comer.
16Y Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse: dadles vosotros de comer.
17Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.
18Y él les dijo: Traédmelos acá.
19Y mandando á las gentes recostarse sobre la hierba, tomando los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dió los panes á los discípulos, y los discípulos á las gentes.
20Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.
21Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin las mujeres y los niños.
22Y luego Jesús hizo á sus discípulos entrar en el barco, é ir delante de él á la otra parte del lago, entre tanto que él despedía á las gentes.
23Y despedidas las gentes, subió al monte, apartado, á orar: y como fué la tarde del día, estaba allí solo.
24Y ya el barco estaba en medio de la mar, atormentado de las ondas; porque el viento era contrario.
25Mas á la cuarta vela de la noche, Jesús fué á ellos andando sobre la mar.
26Y los discípulos, viéndole andar sobre la mar, se turbaron, diciendo: Fantasma es. Y dieron voces de miedo.
27Mas luego Jesús les habló, diciendo: Confiad, yo soy; no tengáis miedo.
28Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya á ti sobre las aguas.
29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir á Jesús.
30Mas viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzándose á hundir, dió voces, diciendo: Señor, sálvame.
31Y luego Jesús, extendiendo la mano, trabó de él, y le dice: Oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
32Y como ellos entraron en el barco, sosegóse el viento.
33Entonces los que estaban en el barco, vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
34Y llegando á la otra parte, vinieron á la tierra de Genezaret.
35Y como le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron por toda aquella tierra alrededor, y trajeron á él todos los enfermos;
36Y le rogaban que solamente tocasen el borde de su manto; y todos los que tocaron, quedaron sanos.

Mateo 15 1ENTONCES llegaron á Jesús ciertos escribas y Fariseos de Jerusalem, diciendo:
2¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos? porque no se lavan las manos cuando comen pan.
3Y él respondiendo, les dijo: ¿Por qué también vosotros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
4Porque Dios mandó, diciendo: Honra al padre y á la madre, y, El que maldijere al padre ó á la madre, muera de muerte.
5Mas vosotros decís: Cualquiera que dijere al padre ó á la madre: Es ya ofrenda mía á Dios todo aquello con que pudiera valerte;
6No deberá honrar á su padre ó á su madre con socorro. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.
7Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, diciendo:
8Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón lejos está de mí.
9Mas en vano me honran, Enseñando doctrinas y mandamientos de hombres.
10Y llamando á sí las gentes, les dijo: Oid, y entended:
11No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
12Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los Fariseos oyendo esta palabra se ofendieron?
13Mas respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.
14Dejadlos: son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.
15Y respondiendo Pedro, le dijo: Decláranos esta parábola.
16Y Jesús dijo: ¿Aun también vosotros sois sin entendimiento?
17¿No entendéis aún, que todo lo que entra en la boca, va al vientre, y es echado en la letrina?
18Mas lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.
19Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.
20Estas cosas son las que contaminan al hombre: que comer con las manos por lavar no contamina al hombre.
21Y saliendo Jesús de allí, se fué á las partes de Tiro y de Sidón.
22Y he aquí una mujer Cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija es malamente atormentada del demonio.
23Mas él no le respondió palabra. Entonces llegándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despáchala, pues da voces tras nosotros.
24Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino á las ovejas perdidas de la casa de Israel.
25Entonces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor socórreme.
26Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo á los perrillos.
27Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
28Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres. Y fué sana su hija desde aquella hora.
29Y partido Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea: y subiendo al monte, se sentó allí.
30Y llegaron á él muchas gentes, que tenían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos: y los echaron á los pies de Jesús, y los sanó:
31De manera que se maravillaban las gentes, viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos: y glorificaron al Dios de Israel.
32Y Jesús llamando á sus discípulos, dijo: Tengo lástima de la gente, que ya hace tres días que perseveran conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos ayunos no quiero, porque no desmayen en el camino.
33Entonces sus discípulos le dicen: ¿Dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, que hartemos á tan gran compañía?
34Y Jesús les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos.
35Y mandó á las gentes que se recostasen sobre la tierra.
36Y tomando los siete panes y los peces, haciendo gracias, partió y dió á sus discípulos; y los discípulos á la gente.
37Y comieron todos, y se hartaron: y alzaron lo que sobró de los pedazos, siete espuertas llenas.
38Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin las mujeres y los niños.
39Entonces, despedidas las gentes, subió en el barco: y vino á los términos de Magdalá.

Mateo 16 1Y LLEGANDOSE los Fariseos y los Saduceos para tentarle, le pedían que les mostrase señal del cielo.
2Mas él respondiendo, les dijo: Cuando es la tarde del día, decís: Sereno; porque el cielo tiene arreboles.
3Y á la mañana: Hoy tempestad; porque tiene arreboles el cielo triste. Hipócritas, que sabéis hacer diferencia en la faz del cielo; ¿y en las señales de los tiempos no podéis?
4La generación mala y adulterina demanda señal; mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta. Y dejándolos, se fué.
5Y viniendo sus discípulos de la otra parte del lago, se habían olvidado de tomar pan.
6Y Jesús les dijo: Mirad, y guardaos de la levadura de los Fariseos y de los Saduceos.
7Y ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no tomamos pan.
8Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tomasteis pan?
9¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántos cestos alzasteis?
10¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas espuertas tomasteis?
11¿Cómo es que no entendéis que no por el pan os dije, que os guardaseis de la levadura de los Fariseos y de los Saduceos?
12Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura de pan, sino de la doctrina de los Fariseos y de los Saduceos.
13Y viniendo Jesús á las partes de Cesarea de Filipo, preguntó á sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
14Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros; Jeremías, ó alguno de los profetas.
15El les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy?
16Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
17Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos.
18Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
19Y á ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
20Entonces mandó á sus discípulos que á nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
21Desde aquel tiempo comenzó Jesús á declarar á sus discípulos que le convenía ir á Jerusalem, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
22Y Pedro, tomándolo aparte, comenzó á reprenderle, diciendo: Señor, ten compasión de ti: en ninguna manera esto te acontezca.
23Entonces él, volviéndose, dijo á Pedro: Quítate de delante de mí, Satanás; me eres escándalo; porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres.
24Entonces Jesús dijo á sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
25Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará.
26Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?
27Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará á cada uno conforme á sus obras.
28De cierto os digo: hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su reino.

Mateo 17 1Y DESPUÉS de seis días, Jesús toma á Pedro, y á Jacobo, y á Juan su hermano, y los lleva aparte á un monte alto:
2Y se transfiguró delante de ellos; y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos fueron blancos como la luz.
3Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
4Y respondiendo Pedro, dijo á Jesús: Señor, bien es que nos quedemos aquí: si quieres, hagamos aquí tres pabellones: para ti uno, y para Moisés otro, y otro para Elías.
5Y estando aún él hablando, he aquí una nube de luz que los cubrió; y he aquí una voz de la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en el cual tomo contentamiento: á él oíd.
6Y oyendo esto los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en gran manera.
7Entonces Jesús llegando, los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
8Y alzando ellos sus ojos, á nadie vieron, sino á solo Jesús.
9Y como descendieron del monte, les mandó Jesús, diciendo: No digáis á nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.
10Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen pues los escribas que es menester que Elías venga primero?
11Y respondiendo Jesús, les dijo: á la verdad, Elías vendrá primero, y restituirá todas las cosas.
12Mas os digo, que ya vino Elías, y no le conocieron; antes hicieron en él todo lo que quisieron: así también el Hijo del hombre padecerá de ellos.
13Los discípulos entonces entendieron, que les habló de Juan el Bautista.
14Y como ellos llegaron al gentío, vino á él un hombre hincándosele de rodillas,
15Y diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece malamente; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua.
16Y le he presentado á tus discípulos, y no le han podido sanar.
17Y respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación infiel y torcida! ¿hasta cuándo tengo de estar con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? traédmele acá.
18Y Jesús le reprendió, y salió el demonio de él; y el mozo fué sano desde aquella hora.
19Entonces, llegándose los discípulos á Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no lo pudimos echar fuera?
20Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis á este monte: Pásate de aquí allá: y se pasará: y nada os será imposible.
21Mas este linaje no sale sino por oración y ayuno.
22Y estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres,
23Y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera.
24Y como llegaron á Capernaum, vinieron á Pedro los que cobraban las dos dracmas, y dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?
25El dice: Sí. Y entrando él en casa, Jesús le habló antes, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran los tributos ó el censo? ¿de sus hijos ó de los extraños?
26Pedro le dice: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos son francos.
27Mas porque no los escandalicemos, ve á la mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que viniere, tómalo, y abierta su boca, hallarás un estatero: tómalo, y dáselo por mí y por ti.

Mateo 18 1EN aquel tiempo se llegaron los discípulos á Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
2Y llamando Jesús á un niño, le puso en medio de ellos,
3Y dijo: De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
4Así que, cualquiera que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos.
5Y cualquiera que recibiere á un tal niño en mi nombre, á mí recibe.
6Y cualquiera que escandalizare á alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le anegase en el profundo de la mar.
7¡Ay del mundo por los escándalos! porque necesario es que vengan escándalos; mas ¡ay de aquel hombre por el cual viene el escándalo!
8Por tanto, si tu mano ó tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo y echaló de ti: mejor te es entrar cojo ó manco en la vida, que teniendo dos manos ó dos pies ser echado en el fuego eterno.
9Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo y échalo de ti: mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno del fuego.
10Mirad no tengáis en poco á alguno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre la faz de mi Padre que está en los cielos.
11Porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
12¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se descarriase una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, á buscar la que se había descarriado?
13Y si aconteciese hallarla, de cierto os digo, que más se goza de aquélla, que de las noventa y nueve que no se descarriaron.
14Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
15Por tanto, si tu hermano pecare contra ti, ve, y redargúyele entre ti y él solo: si te oyere, has ganado á tu hermano.
16Mas si no te oyere, toma aún contigo uno ó dos, para que en boca de dos ó de tres testigos conste toda palabra.
17Y si no oyere á ellos, dilo á la iglesia: y si no oyere á la iglesia, tenle por étnico y publicano.
18De cierto os digo que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo.
19Otra vez os digo, que si dos de vosotros se convinieren en la tierra, de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
20Porque donde están dos ó tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.
21Entonces Pedro, llegándose á él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré á mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete?
22Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete.
23Por lo cual, el reino de los cielos es semejante á un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24Y comenzando á hacer cuentas, le fué presentado uno que le debía diez mil talentos.
25Mas á éste, no pudiendo pagar, mandó su señor venderle, y á su mujer é hijos, con todo lo que tenía, y que se le pagase.
26Entonces aquel siervo, postrado, le adoraba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
27El señor, movido á misericordia de aquel siervo, le soltó y le perdonó la deuda.
28Y saliendo aquel siervo, halló á uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y trabando de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que debes.
29Entonces su consiervo, postrándose á sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
30Mas él no quiso; sino fué, y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda.
31Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon á su señor todo lo que había pasado.
32Entonces llamándole su señor, le dice: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste:
33¿No te convenía también á ti tener misericordia de tu consiervo, como también yo tuve misericordia de ti?
34Entonces su señor, enojado, le entregó á los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
35Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno á su hermano sus ofensas.

Mateo 19 1Y ACONTECIO que acabando Jesús estas palabras, se pasó de Galilea, y vino á los términos de Judea, pasado el Jordán.
2Y le siguieron muchas gentes, y los sanó allí.
3Entonces se llegaron á él los Fariseos, tentándole, y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar á su mujer por cualquiera causa?
4Y él respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, macho y hembra los hizo,
5Y dijo: Por tanto, el hombre dejará padre y madre, y se unirá á su mujer, y serán dos en una carne?
6Así que, no son ya más dos, sino una carne: por tanto, lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre.
7Dícenle: ¿Por qué, pues, Moisés mandó dar carta de divorcio, y repudiarla?
8Díceles: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar á vuestras mujeres: mas al principio no fué así.
9Y yo os digo que cualquiera que repudiare á su mujer, si no fuere por causa de fornicación, y se casare con otra, adultera: y el que se casare con la repudiada, adultera.
10Dícenle sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.
11Entonces él les dijo: No todos reciben esta palabra, sino aquellos á quienes es dado.
12Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre; y hay eunucos, que son hechos eunucos por los hombres; y hay eunucos que se hicieron á sí mismos eunucos por causa del reino de los cielos; el que pueda ser capaz de eso, séalo.
13Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les riñeron.
14Y Jesús dijo: Dejad á los niños, y no les impidáis de venir á mí; porque de los tales es el reino de los cielos.
15Y habiendo puesto sobre ellos las manos se partió de allí.
16Y he aquí, uno llegándose le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
17Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es á saber, Dios: y si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
18Dícele: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No mataras: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio:
19Honra á tu padre y á tu madre: y, Amarás á tu prójimo como á ti mismo.
20Dícele el mancebo: Todo esto guardé desde mi juventud: ¿qué más me falta?
21Dícele Jesús: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y da lo á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
22Y oyendo el mancebo esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones.
23Entonces Jesús dijo á sus discípulos: De cierto os digo, que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos.
24Mas os digo, que más liviano trabajo es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
25Mas sus discípulos, oyendo estas cosas, se espantaron en gran manera, diciendo: ¿Quién pues podrá ser salvo?
26Y mirándo los Jesús, les dijo: Para con los hombres imposible es esto; mas para con Dios todo es posible.
27Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido: ¿qué pues tendremos?
28Y Jesús les dijo: De cierto os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar á las doce tribus de Israel.
29Y cualquiera que dejare casas, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y heredará la vida eterna.
30Mas muchos primeros serán postreros, y postreros primeros.

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