Sunday, May 31, 2009

Marcos 1-8 (Reina-Valera Antigua)

Marcos 1-8 (Reina-Valera Antigua)
Marcos 1 1PRINCIPIO del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
2Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío á mi mensajero delante de tu faz, Que apareje tu camino delante de ti.
3Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; Enderezad sus veredas.
4Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del arrepentimiento para remisión de pecados.
5Y salía á él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalem; y eran todos, bautizados por él en el río de Jordán, confesando sus pecados.
6Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.
7Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos.
8Yo á la verdad os he bautizado con agua; mas él os bautizará con Espíritu Santo.
9Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fué bautizado por Juan en el Jordán.
10Y luego, subiendo del agua, vió abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma, que descendía sobre él.
11Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo contentamiento.
12Y luego el Espíritu le impele al desierto.
13Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.
14Mas después que Juan fué encarcelado, Jesús vino á Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,
15Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio.
16Y pasando junto á la mar de Galilea, vió á Simón, y á Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores.
17Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
18Y luego, dejadas sus redes, le siguieron.
19Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes.
20Y luego los llamó: y dejando á su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de él.
21Y entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga, enseñaba.
22Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.
23Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual dió voces,
24Diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido á destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.
25Y Jesús le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de él.
26Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos, y clamando á gran voz, salió de él.
27Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen?
28Y vino luego su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.
29Y luego saliendo de la sinagoga, vinieron á casa de Simón y de Andrés, con Jacobo y Juan.
30Y la suegra de Simón estaba acostada con calentura; y le hablaron luego de ella.
31Entonces llegando él, la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la calentura, y les servía.
32Y cuando fué la tarde, luego que el sol se puso, traían á él todos los que tenían mal, y endemoniados;
33Y toda la ciudad se juntó á la puerta.
34Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocían.
35Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fué á un lugar desierto, y allí oraba.
36Y le siguió Simón, y los que estaban con él;
37Y hallándole, le dicen: Todos te buscan.
38Y les dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.
39Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
40Y un leproso vino á él, rogándole; é hincada la rodilla, le dice: Si quieres, puedes limpiarme.
41Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio.
42Y así que hubo él hablado, la lepra se fué luego de aquél, y fué limpio.
43Entonces le apercibió, y despidióle luego,
44Y le dice: Mira, no digas á nadie nada; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio á ellos.
45Mas él salido, comenzó á publicarlo mucho, y á divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino que estaba fuera en los lugares desiertos; y venían á él de todas partes.

Marcos 2 1Y ENTRO otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa.
2Y luego se juntaron á él muchos, que ya no cabían ni aun á la puerta; y les predicaba la palabra.
3Entonces vinieron á él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro.
4Y como no podían llegar á él á causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.
5Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
6Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,
7Decían: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?
8Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, ó decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?
10Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al paralítico):
11A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete á tu casa.
12Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron á Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.
13Y volvió á salir á la mar, y toda la gente venía á él, y los enseñaba.
14Y pasando, vió á Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los públicos tributos, y le dice: Sígueme. Y levantándose le siguió.
15Y aconteció que estando Jesús á la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también á la mesa juntamente con Jesús y con sus discípulos: porque había muchos, y le habían seguido.
16Y los escribas y los Fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron á sus discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y con los pecadores?
17Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, mas los que tienen mal. No he venido á llamar á los justos, sino á los pecadores.
18Y los discípulos de Juan, y de los Fariseos ayunaban; y vienen, y le dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los Fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?
19Y Jesús les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo no pueden ayunar.
20Mas vendrán días, cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.
21Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor.
22Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
23Y aconteció que pasando él por los sembrados en sábado, sus discípulos andando comenzaron á arrancar espigas.
24Entonces los Fariseos le dijeron: He aquí, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?
25Y él les dijo: ¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y tuvo hambre, él y los que con él estaban:
26Cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiathar sumo pontífice, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino á los sacerdotes, y aun dió á los que con él estaban?
27También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado.
28Así que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.

Marcos 3 1Y OTRA vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.
2Y le acechaban si en sábado le sanaría, para acusarle.
3Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio.
4Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábado, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó quitarla? Mas ellos callaban.
5Y mirándolos alrededor con enojo, condoleciéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué restituída sana.
6Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los Herodianos contra él, para matarle.
7Mas Jesús se apartó á la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea.
8Y de Jerusalem, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán. Y los de alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron á él.
9Y dijo á sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla, por causa del gentío, para que no le oprimiesen.
10Porque había sanado á muchos; de manera que caían sobre él cuantos tenían plagas, por tocarle.
11Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
12Mas él les reñía mucho que no le manifestasen.
13Y subió al monte, y llamó á sí á los que él quiso; y vinieron á él.
14Y estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos á predicar.
15Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios:
16A Simón, al cual puso por nombre Pedro;
17Y á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan hermano de Jacobo; y les apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno;
18Y á Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo, y á Tomas, y á Jacobo hijo de Alfeo, y á Tadeo, y á Simón el Cananita,
19Y á Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron á casa.
20Y agolpóse de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.
21Y como lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle: porque decían: Está fuera de sí.
22Y los escribas que habían venido de Jerusalem, decían que tenía á Beelzebub, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
23Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera á Satanás?
24Y si algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal reino.
25Y si alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal casa.
26Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer; antes tiene fin.
27Nadie puede saquear las alhajas del valiente entrando en su casa, si antes no atare al valiente y entonces saqueará su casa.
28De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados á los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;
29Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto á eterno juicio.
30Porque decían: Tiene espíritu inmundo.
31Vienen después sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron á él llamándole.
32Y la gente estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos te buscan fuera.
33Y él les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
34Y mirando á los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y hermanos.
35Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

Marcos 4 1Y OTRA vez comenzó á enseñar junto á la mar, y se juntó á él mucha gente; tanto, que entrándose él en un barco, se sentó en la mar: y toda la gente estaba en tierra junto á la mar.
2Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:
3Oid: He aquí, el sembrador salió á sembrar.
4Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo, y la tragaron.
5Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda:
6Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó.
7Y otra parte cayó en espinas; y subieron las espinas, y la ahogaron, y no dió fruto.
8Y otra parte cayó en buena tierra, y dió fruto, que subió y creció: y llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento.
9Entonces les dijo: El que tiene oídos para oir, oiga.
10Y cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de él con los doce, sobre la parábola.
11Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios; mas á los que están fuera, por parábolas todas las cosas;
12Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
13Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
14El que siembra es el que siembra la palabra.
15Y éstos son los de junto al camino: en los que la palabra es sembrada: mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la palabra que fué sembrada en sus corazones.
16Y asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, luego la toman con gozo;
17Mas no tienen raíz en sí, antes son temporales, que en levantándose la tribulación ó la persecución por causa de la palabra, luego se escandalizan.
18Y éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra;
19Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
20Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno á treinta, otro á sesenta, y otro á ciento.
21También les dijo: ¿Tráese la antorcha para ser puesta debajo del almud, ó debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero?
22Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de descubrirse.
23Si alguno tiene oídos para oir, oiga.
24Les dijo también: Mirad lo que oís: con la medida que medís, os medirán otros, y será añadido á vosotros los que oís.
25Porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
26Decía más: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra;
27Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como él no sabe.
28Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;
29Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada.
30Y decía: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿ó con qué parábola le compararemos?
31Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra;
32Mas después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo su sombra.
33Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que podían oir.
34Y sin parábola no les hablaba; mas á sus discípulos en particular declaraba todo.
35Y les dijo aquel día cuando fué tarde: Pasemos de la otra parte.
36Y despachando la multitud, le tomaron como estaba, en el barco; y había también con él otros barquitos.
37Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se henchía.
38Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron, y le dicen: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos?
39Y levantándose, increpó al viento, y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y fué hecha grande bonanza.
40Y á ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41Y temieron con gran temor, y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que aun el viento y la mar le obedecen?

Marcos 5 1Y VINIERON de la otra parte de la mar á la provincia de los Gadarenos.
2Y salido él del barco, luego le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,
3Que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar;
4Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar.
5Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, é hiriéndose con las piedras.
6Y como vió á Jesús de lejos, corrió, y le adoró.
7Y clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
8Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
9Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.
10Y le rogaba mucho que no le enviase fuera de aquella provincia.
11Y estaba allí cerca del monte una grande manada de puercos paciendo.
12Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos á los puercos para que entremos en ellos.
13Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar; los cuales eran como dos mil; y en la mar se ahogaron.
14Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.
15Y vienen á Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
16Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.
17Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos.
18Y entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con él.
19Mas Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete á tu casa, á los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
20Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había hecho con él: y todos se maravillaban.
21Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á él gran compañía; y estaba junto á la mar.
22Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vió, se postró á sus pies,
23Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
24Y fué con él, y le seguía gran compañía, y le apretaban.
25Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía,
26Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
27Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido.
28Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva.
29Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
30Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
31Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
32Y él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto.
33Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
34Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote.
35Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?
36Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.
37Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.
38Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que lloraban y gemían mucho.
39Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, mas duerme.
40Y hacían burla de él: mas él, echados fuera todos, toma al padre y á la madre de la muchacha, y á los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba.
41Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate.
42Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto.
43Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.

Marcos 6 1Y SALIO de allí, y vino á su tierra, y le siguieron sus discípulos.
2Y llegado el sábado, comenzó á enseñar en la sinagoga; y muchos oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y tales maravillas que por sus manos son hechas?
3¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? Y se escandalizaban en él.
4Mas Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
5Y no pudo hacer allí alguna maravilla; solamente sanó unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
6Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando.
7Y llamó á los doce, y comenzó á enviarlos de dos en dos: y les dió potestad sobre los espíritus inmundos.
8Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente báculo; no alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;
9Mas que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.
10Y les decía: Donde quiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.
11Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio á ellos. De cierto os digo que más tolerable será el castigo de los de Sodoma y Gomorra el día del juicio, que el de aquella ciudad.
12Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.
13Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite á muchos enfermos, y sanaban.
14Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en él.
15Otros decían: Elías es. Y otros decían: Profeta es, ó alguno de los profetas.
16Y oyéndo lo Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé: él ha resucitado de los muertos.
17Porque el mismo Herodes había enviado, y prendido á Juan, y le había aprisionado en la cárcel á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.
18Porque Juan decía á Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
19Mas Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía:
20Porque Herodes temía á Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le tenía respeto: y oyéndole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana.
21Y venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su nacimiento, daba una cena á sus príncipes y tribunos, y á los principales de Galilea;
22Y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando á Herodes y á los que estaban con él á la mesa, el rey dijo á la muchacha: Pídeme lo que quisieres, que yo te lo daré.
23Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino.
24Y saliendo ella, dijo á su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan Bautista.
25Entonces ella entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.
26Y el rey se entristeció mucho; mas á causa del juramento, y de los que estaban con él á la mesa, no quiso desecharla.
27Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuese traída su cabeza;
28El cual fué, y le degolló en la cárcel, y trajó su cabeza en un plato, y la dió á la muchacha, y la muchacha la dió á su madre.
29Y oyéndo lo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro.
30Y los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
31Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar de comer.
32Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte.
33Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos á pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron á él.
34Y saliendo Jesús vió grande multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y les comenzó á enseñar muchas cosas.
35Y como ya fuese el día muy entrado, sus discípulos llegaron á él, diciendo: El lugar es desierto, y el día ya muy entrado;
36Envíalos para que vayan á los cortijos y aldeas de alrededor, y compren para sí pan; porque no tienen qué comer.
37Y respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
38Y él les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron: Cinco, y dos peces.
39Y les mandó que hiciesen recostar á todos por partidas sobre la hierba verde.
40Y se recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.
41Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y partió los panes, y dió á sus discípulos para que los pusiesen delante: y repartió á todos los dos peces.
42Y comieron todos, y se hartaron.
43Y alzaron de los pedazos doce cofines llenos, y de los peces.
44Y los que comieron eran cinco mil hombres.
45Y luego dió priesa á sus discípulos á subir en el barco, é ir delante de él á Bethsaida de la otra parte, entre tanto que él despedía la multitud.
46Y después que los hubo despedido, se fué al monte á orar.
47Y como fué la tarde, el barco estaba en medio de la mar, y él solo en tierra.
48Y los vió fatigados bogando, porque el viento les era contrario: y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino á ellos andando sobre la mar, y quería precederlos.
49Y viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pensaron que era fantasma, y dieron voces;
50Porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; yo soy, no temáis.
51Y subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban:
52Porque aun no habían considerado lo de los panes, por cuanto estaban ofuscados sus corazones.
53Y cuando estuvieron de la otra parte, vinieron á tierra de Genezaret, y tomaron puerto.
54Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron.
55Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron á traer de todas partes enfermos en lechos, á donde oían que estaba.
56Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó ciudades, ó heredades, ponían en las calles á los que estaban enfermos, y le rogaban que tocasen siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban quedaban sanos.

Marcos 7 1Y SE juntaron á él los Fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalem;
2Los cuales, viendo á algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es á saber, no lavadas, los condenaban.
3(Porque los Fariseos y todos los Judíos, teniendo la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
4Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)
5Y le preguntaron los Fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme á la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos comunes?
6Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, Mas su corazón lejos está de mí.
7Y en vano me honra, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
8Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres; las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis otras muchas cosas semejantes.
9Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
10Porque Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre, y: El que maldijera al padre ó á la madre, morirá de muerte.
11Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre ó á la madre: Es Corbán (quiere decir, don mío á Dios) todo aquello con que pudiera valerte;
12Y no le dejáis hacer más por su padre ó por su madre,
13Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis: y muchas cosas hacéis semejantes á éstas.
14Y llamando á toda la multitud, les dijo: Oidme todos, y entended:
15Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar: mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.
16Si alguno tiene oídos para oir, oiga.
17Y apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, le preguntaron sus discípulos sobra la parábola.
18Y díjoles: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar;
19Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale á la secreta? Esto decía, haciendo limpias todas las viandas.
20Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre.
21Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
22Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez.
23Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
24Y levantándose de allí, se fué á los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo esconderse.
25Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó á sus pies.
26Y la mujer era Griega, Sirofenisa de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
27Más Jesús le dijo: Deja primero hartarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo á los perrillos.
28Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
29Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
30Y como fué á su casa, halló que el demonio había salido, y á la hija echada sobre la cama.
31Y volviendo á salir de los términos de Tiro, vino por Sidón á la mar de Galilea, por mitad de los términos de Decápolis.
32Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima.
33Y tomándole aparte de la gente, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;
34Y mirando al cielo, gimió, y le dijo: Ephphatha: que es decir: Sé abierto.
35Y luego fueron abiertos sus oídos, y fué desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
36Y les mandó que no lo dijesen á nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
37Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace á los sordos oir, y á los mudos hablar.

Marcos 8 1EN aquellos días, como hubo gran gentío, y no tenían qué comer, Jesús llamó á sus discípulos, y les dijo:
2Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer:
3Y si los enviare en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.
4Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien hartar á estos de pan aquí en el desierto?
5Y les pregunto: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.
6Entonces mandó á la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dió á sus discípulos que los pusiesen delante: y los pusieron delante á la multitud.
7Tenían también unos pocos pececillos: y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.
8Y comieron, y se hartaron: y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete espuertas.
9Y eran los que comieron, como cuatro mil: y los despidió.
10Y luego entrando en el barco con sus discípulos, vino á las partes de Dalmanutha.
11Y vinieron los Fariseos, y comenzaron á altercar con él, pidiéndole señal del cielo, tentándole.
12Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal á esta generación.
13Y dejándolos, volvió á entrar en el barco, y se fué de la otra parte.
14Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el barco.
15Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los Fariseos, y de la levadura de Herodes.
16Y altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos.
17Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿no consideráis ni entendéis? ¿aun tenéis endurecido vuestro corazón?
18¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿y no os acordáis?
19Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce.
20Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.
21Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?
22Y vino á Bethsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase.
23Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo.
24Y él mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles.
25Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fué restablecido, y vió de lejos y claramente á todos.
26Y envióle á su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas á nadie en la aldea.
27Y salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó á sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28Y ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros, Alguno de los profetas.
29Entonces él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: Tú eres el Cristo.
30Y les apercibió que no hablasen de él á ninguno.
31Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
32Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á reprender.
33Y él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.
34Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
35Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
36Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?
37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

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