Sunday, May 31, 2009

Mateo 20-28 (Reina-Valera Antigua)

Mateo 20-28 (Reina-Valera Antigua)
Mateo 20 1PORQUE el reino de los cielos es semejante á un hombre, padre de familia, que salió por la mañana á ajustar obreros para su viña.
2Y habiéndose concertado con los obreros en un denario al día, los envió á su viña.
3Y saliendo cerca de la hora de las tres, vió otros que estaban en la plaza ociosos;
4Y les dijo: Id también vosotros á mi viña, y os daré lo que fuere justo. Y ellos fueron.
5Salió otra vez cerca de las horas sexta y nona, é hizo lo mismo.
6Y saliendo cerca de la hora undécima, halló otros que estaban ociosos; y díceles: ¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?
7Dícenle: Porque nadie nos ha ajustado. Díceles: Id también vosotros á la viña, y recibiréis lo que fuere justo.
8Y cuando fué la tarde del día, el señor de la viña dijo á su mayordomo: Llama á los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.
9Y viniendo los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
10Y viniendo también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.
11Y tomándolo, murmuraban contra el padre de la familia,
12Diciendo: Estos postreros sólo han trabajado una hora, y los has hecho iguales á nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del día.
13Y él respondiendo, dijo á uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no te concertaste conmigo por un denario?
14Toma lo que es tuyo, y vete; mas quiero dar á este postrero, como á ti.
15¿No me es lícito á mi hacer lo que quiero con lo mío? ó ¿es malo tu ojo, porque yo soy bueno?
16Así los primeros serán postreros, y los postreros primeros: porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.
17Y subiendo Jesús á Jerusalem, tomó sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo:
18He aquí subimos á Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado á los principes de los sacerdotes y á los escribas, y le condenarán á muerte;
19Y le entregarán á los Gentiles para que le escarnezcan, y azoten, y crucifiquen; mas al tercer día resucitará.
20Entonces se llegó á él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, adorándo le, y pidiéndole algo.
21Y él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Di que se sienten estos dos hijos míos, el uno á tu mano derecha, y el otro á tu izquierda, en tu reino.
22Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís: ¿podéis beber el vaso que yo he de beber, y ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado? Y ellos le dicen: Podemos.
23Y él les dice: A la verdad mi vaso beberéis, y del bautismo de que yo soy bautizado, seréis bautizados; mas el sentaros á mi mano derecha y á mi izquierda, no es mío dar lo, sino á aquellos para quienes está aparejado de mi Padre.
24Y como los diez oyeron esto, se enojaron de los dos hermanos.
25Entonces Jesús llamándolos, dijo: Sabéis que los príncipes de los Gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen sobre ellos potestad.
26Mas entre vosotros no será así; sino el que quisiere entre vosotros hacerse grande, será vuestro servidor;
27Y el que quisiere entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo:
28Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
29Entonces saliendo ellos de Jericó, le seguía gran compañía.
30Y he aquí dos ciegos sentados junto al camino, como oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros.
31Y la gente les reñía para que callasen; mas ellos clamaban más, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros.
32Y parándose Jesús, los llamó, y dijo: ¿Qué queréis que haga por vosotros?
33Ellos le dicen: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.
34Entonces Jesús, teniendo misericordia de ellos, les tocó los ojos, y luego sus ojos recibieron la vista; y le siguieron.

Mateo 21 1Y COMO se acercaron á Jerusalem, y vinieron á Bethfagé, al monte de las Olivas, entonces Jesús envió dos discípulos,
2Diciéndoles: Id á la aldea que está delante de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella: desatad la, y traédme los.
3Y si alguno os dijere algo, decid: El Señor los ha menester. Y luego los dejará.
4Y todo esto fué hecho, para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo:
5Decid á la hija de Sión: He aquí, tu Rey viene á ti, Manso, y sentado sobre una asna, Y sobre un pollino, hijo de animal de yugo.
6Y los discípulos fueron, é hicieron como Jesús les mandó;
7Y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y se sentó sobre ellos.
8Y la compañía, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino: y otros cortaban ramos de los árboles, y los tendían por el camino.
9Y las gentes que iban delante, y las que iban detrás, aclamaban diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
10Y entrando él en Jerusalem, toda la ciudad se alborotó, diciendo. ¿Quién es éste?
11Y las gentes decían: Este es Jesús, el profeta, de Nazaret de Galilea.
12Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera todos los que vendían y compraban en el templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las sillas de los que vendían palomas;
13Y les dice: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros cueva de ladrones la habéis hecho.
14Entonces vinieron á él ciegos y cojos en el templo, y los sanó.
15Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y á los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron,
16Y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dice: Sí: ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?
17Y dejándolos, se salió fuera de la ciudad, á Bethania; y posó allí.
18Y por la mañana volviendo á la ciudad, tuvo hambre.
19Y viendo una higuera cerca del camino, vino á ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente, y le dijo: Nunca más para siempre nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.
20Y viendo esto los discípulos, maravillados decían: ¿Cómo se secó luego la higuera?
21Y respondiendo Jesús les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera: mas si á este monte dijereis: Quítate y échate en la mar, será hecho.
22Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.
23Y como vino al templo, llegáronse á él cuando estaba enseñando, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo. ¿Con qué autoridad haces esto? ¿y quién te dió esta autoridad?
24Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os preguntaré una palabra, la cual si me dijereis, también yo os diré con qué autoridad hago esto.
25El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué pues no le creísteis?
26Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen á Juan por profeta.
27Y respondiendo á Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto.
28Mas, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy á trabajar en mi viña.
29Y respondiendo él, dijo: No quiero; mas después, arrepentido, fué.
30Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Yo, señor, voy. Y no fué.
31¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dicen ellos: El primero. Díceles Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al reino de Dios.
32Porque vino á vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; y los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.
33Oíd otra parábola: Fué un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña; y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar, y edificó una torre, y la dió á renta á labradores, y se partió lejos.
34Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos á los labradores, para que recibiesen sus frutos.
35Mas los labradores, tomando á los siervos, al uno hirieron, y al otro mataron, y al otro apedrearon.
36Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; é hicieron con ellos de la misma manera.
37Y á la postre les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto á mi hijo.
38Mas los labradores, viendo al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y tomemos su heredad.
39Y tomado, le echaron fuera de la viña, y le mataron.
40Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará á aquellos labradores?
41Dícenle: á los malos destruirá miserablemente, y su viña dará á renta á otros labradores, que le paguen el fruto á sus tiempos.
42Díceles Jesús: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta fué hecha por cabeza de esquina: Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?
43Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado á gente que haga los frutos de él.
44Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.
45Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos.
46Y buscando cómo echarle mano, temieron al pueblo; porque le tenían por profeta.

Mateo 22 1Y RESPONDIENDO Jesús, les volvió á hablar en parábolas, diciendo:
2El reino de los cielos es semejante á un hombre rey, que hizo bodas á su hijo;
3Y envió sus siervos para que llamasen los llamados á las bodas; mas no quisieron venir.
4Volvió á enviar otros siervos, diciendo: Decid á los llamados: He aquí, mi comida he aparejado; mis toros y animales engordados son muertos, y todo está prevenido: venid á las bodas.
5Mas ellos no se cuidaron, y se fueron, uno á su labranza, y otro á sus negocios;
6Y otros, tomando á sus siervos, los afrentaron y los mataron.
7Y el rey, oyendo esto, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó á aquellos homicidas, y puso fuego á su ciudad.
8Entonces dice á sus siervos: Las bodas á la verdad están aparejadas; mas los que eran llamados no eran dignos.
9Id pues á las salidas de los caminos, y llamad á las bodas á cuantos hallareis.
10Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron á todos los que hallaron, juntamente malos y buenos: y las bodas fueron llenas de convidados.
11Y entró el rey para ver los convidados, y vió allí un hombre no vestido de boda.
12Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda? Mas él cerró la boca.
13Entonces el rey dijo á los que servían: Atado de pies y de manos tomadle, y echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes.
14Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.
15Entonces, idos los Fariseos, consultaron cómo le tomarían en alguna palabra.
16Y envían á él los discípulos de ellos, con los Herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amador de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te curas de nadie, porque no tienes acepción de persona de hombres.
17Dinos pues, ¿qué te parece? ¿es lícito dar tributo á César, ó no?
18Mas Jesús, entendida la malicia de ellos, les dice: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?
19Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.
20Entonces les dice: ¿Cúya es esta figura, y lo que está encima escrito?
21Dícenle: De César. Y díceles: Pagad pues á César lo que es de César, y á Dios lo que es de Dios.
22Y oyendo esto, se maravillaron, y dejándole se fueron.
23Aquel día llegaron á él los Saduceos, que dicen no haber resurrección, y le preguntaron,
24Diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y despertará simiente á su hermano.
25Fueron pues, entre nosotros siete hermanos: y el primero tomó mujer, y murió; y no teniendo generación, dejó su mujer á su hermano.
26De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta los siete.
27Y después de todos murió también la mujer.
28En la resurrección pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer? porque todos la tuvieron.
29Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios.
30Porque en la resurrección, ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres marido; mas son como los ángeles de Dios en el cielo.
31Y de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os es dicho por Dios, que dice:
32Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
33Y oyendo esto las gentes, estaban atónitas de su doctrina.
34Entonces los Fariseos, oyendo que había cerrado la boca á los Saduceos, se juntaron á una.
35Y preguntó uno de ellos, intérprete de la ley, tentándole y diciendo:
36Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la ley?
37Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente.
38Este es el primero y el grande mandamiento.
39Y el segundo es semejante á éste: Amarás á tu prójimo como á ti mismo.
40De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
41Y estando juntos los Fariseos, Jesús les preguntó,
42Diciendo: ¿Qué os parece del Cristo? ¿de quién es Hijo? Dícenle: De David.
43El les dice: ¿Pues cómo David en Espíritu le llama Señor, diciendo:
44Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra, Entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies?
45Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su Hijo?
46Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.

Mateo 23 1ENTONCES habló Jesús á las gentes y á sus discípulos,
2Diciendo: Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los Fariseos:
3Así que, todo lo que os dijeren que guardéis, guardad lo y haced lo; mas no hagáis conforme á sus obras: porque dicen, y no hacen.
4Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las quieren mover.
5Antes, todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres; porque ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;
6Y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas;
7Y las salutaciones en las plazas, y ser llamados de los hombres Rabbí, Rabbí.
8Mas vosotros, no queráis ser llamados Rabbí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos.
9Y vuestro padre no llaméis á nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos.
10Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.
11El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.
12Porque el que se ensalzare, será humillado; y el que se humillare, será ensalzado.
13Mas ¡ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros entráis, ni á los que están entrando dejáis entrar.
14¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque coméis las casas de las viudas, y por pretexto hacéis larga oración: por esto llevaréis mas grave juicio.
15¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque rodeáis la mar y la tierra por hacer un prosélito; y cuando fuere hecho, le hacéis hijo del infierno doble más que vosotros.
16¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Cualquiera que jurare por el templo es nada; mas cualquiera que jurare por el oro del templo, deudor es.
17¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, ó el templo que santifica al oro?
18Y: Cualquiera que jurare por el altar, es nada; mas cualquiera que jurare por el presente que está sobre él, deudor es.
19¡Necios y ciegos! porque, ¿cuál es mayor, el presente, ó el altar que santifica al presente?
20Pues el que jurare por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él;
21Y el que jurare por el templo, jura por él, y por Aquél que habita en él;
22Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por Aquél que está sentado sobre él.
23¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es á saber, el juicio y la misericordia y la fe: esto era menester hacer, y no dejar lo otro.
24¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, mas tragáis el camello!
25¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque limpiais lo que está de fuera del vaso y del plato; mas de dentro están llenos de robo y de injusticia.
26¡Fariseo ciego, limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera se haga limpio!
27¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque sois semejantes á sepulcros blanqueados, que de fuera, á la verdad, se muestran hermosos, mas de dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad.
28Así también vosotros de fuera, á la verdad, os mostráis justos á los hombres; mas de dentro, llenos estáis de hipocresía é iniquidad.
29¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos,
30Y decís: Si fuéramos en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus compañeros en la sangre de los profetas.
31Así que, testimonio dais á vosotros mismos, que sois hijos de aquellos que mataron á los profetas.
32¡Vosotros también henchid la medida de vuestros padres!
33¡Serpientes, generación de víboras! ¿cómo evitaréis el juicio del infierno?
34Por tanto, he aquí, yo envío á vosotros profetas, y sabios, y escribas: y de ellos, á unos mataréis y crucificaréis, y á otros de ellos azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad:
35Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Barachîas, al cual matasteis entre el templo y el altar.
36De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.
37¡Jerusalem, Jerusalem, que matas á los profetas, y apedreas á los que son enviados á ti! ¡cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina junta sus pollos debajo de las alas, y no quisiste!
38He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
39Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Mateo 24 1Y SALIDO Jesús, íbase del templo; y se llegaron sus discípulos, para mostrarle los edificios del templo.
2Y respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? de cierto os digo, que no será dejada aquí piedra sobre piedra, que no sea destruída.
3Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron á él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?
4Y respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.
5Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y á muchos engañarán.
6Y oiréis guerras, y rumores de guerras: mirad que no os turbéis; porque es menester que todo esto acontezca; mas aún no es el fin.
7Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares.
8Y todas estas cosas, principio de dolores.
9Entonces os entregarán para ser afligidos, y os matarán; y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
10Y muchos entonces serán escandalizados; y se entregarán unos á otros, y unos á otros se aborrecerán.
11Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán á muchos.
12Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará.
13Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.
14Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin.
15Por tanto, cuando viereis la abominación del asolamiento, que fué dicha por Daniel profeta, que estará en el lugar santo, (el que lee, entienda),
16Entonces los que están en Judea, huyan á los montes;
17Y el que sobre el terrado, no descienda á tomar algo de su casa;
18Y el que en el campo, no vuelva atrás á tomar sus vestidos.
19Mas ¡ay de las preñadas, y de las que crían en aquellos días!
20Orad, pues, que vuestra huída no sea en invierno ni en sábado;
21Porque habrá entonces grande aflicción, cual no fué desde el principio del mundo hasta ahora, ni será.
22Y si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
23Entonces, si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, ó allí, no creáis.
24Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun á los escogidos.
25He aquí os lo he dicho antes.
26Así que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras; no creáis.
27Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre.
28Porque donde quiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.
29Y luego después de la aflicción de aquellos días, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes de los cielos serán conmovidas.
30Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria.
31Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro.
32De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis que el verano está cerca.
33Así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed que está cercano, á las puertas.
34De cierto os digo, que no pasará esta generación, que todas estas cosas no acontezcan.
35El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.
36Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo.
37Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.
38Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día que Noé entró en el arca,
39Y no conocieron hasta que vino el diluvio y llevó á todos, así será también la venida del Hijo del hombre.
40Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado:
41Dos mujeres moliendo á un molinillo; la una será tomada, y la otra será dejada.
42Velad pues, porque no sabéis á qué hora ha de venir vuestro Señor.
43Esto empero sabed, que si el padre de la familia supiese á cuál vela el ladrón había de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.
44Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir á la hora que no pensáis.
45¿Quién pues es el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su familia para que les dé alimento á tiempo?
46Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando su señor viniere, le hallare haciendo así.
47De cierto os digo, que sobre todos sus bienes le pondrá.
48Y si aquel siervo malo dijere en su corazón Mi señor se tarda en venir:
49Y comenzare á herir á sus consiervos, y aun á comer y á beber con los borrachos;
50Vendrá el señor de aquel siervo en el día que no espera, y á la hora que no sabe,
51Y le cortará por medio, y pondrá su parte con los hipócritas: allí será el lloro y el crujir de dientes.

Mateo 25 1ENTONCES el reino de los cielos será semejante á diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron á recibir al esposo.
2Y las cinco de ellas eran prudentes, y las cinco fatuas.
3Las que eran fatuas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;
4Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas.
5Y tardándose el esposo, cabecearon todas, y se durmieron.
6Y á la media noche fué oído un clamor: He aquí, el esposo viene; salid á recibirle.
7Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y aderezaron sus lámparas.
8Y las fatuas dijeron á las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan.
9Mas las prudentes respondieron, diciendo. Porque no nos falte á nosotras y á vosotras, id antes á los que venden, y comprad para vosotras.
10Y mientras que ellas iban á comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas, entraron con él á las bodas; y se cerró la puerta.
11Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, Señor, ábrenos.
12Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.
13Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.
14Porque el reino de los cielos es como un hombre que partiéndose lejos llamó á sus siervos, y les entregó sus bienes.
15Y á éste dió cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno: á cada uno conforme á su facultad; y luego se partió lejos.
16Y el que había recibido cinco talentos se fué, y granjeó con ellos, é hizo otros cinco talentos.
17Asimismo el que había recibido dos, ganó también él otros dos.
18Mas el que había recibido uno, fué y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
19Y después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos, é hizo cuentas con ellos.
20Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; he aquí otros cinco talentos he ganado sobre ellos.
21Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.
22Y llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; he aquí otros dos talentos he ganado sobre ellos.
23Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.
24Y llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste;
25Y tuve miedo, y fuí, y escondí tu talento en la tierra: he aquí tienes lo que es tuyo.
26Y respondiendo su señor, le dijo: Malo y negligente siervo, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí;
27Por tanto te convenía dar mi dinero á los banqueros, y viniendo yo, hubiera recibido lo que es mío con usura.
28Quitadle pues el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
29Porque á cualquiera que tuviere, le será dado, y tendrá más; y al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.
30Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes.
31Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria.
32Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
33Y pondrá las ovejas á su derecha, y los cabritos á la izquierda.
34Entonces el Rey dirá á los que estarán á su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fuí huésped, y me recogisteis;
36Desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis á mí.
37Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿ó sediento, y te dimos de beber?
38¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿ó desnudo, y te cubrimos?
39¿O cuándo te vimos enfermo, ó en la cárcel, y vinimos á ti?
40Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis á uno de estos mis hermanos pequeñitos, á mí lo hicisteis.
41Entonces dirá también á los que estarán á la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles:
42Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
43Fuí huésped, y no me recogisteis; desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
44Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, ó sediento, ó huésped, ó desnudo, ó enfermo, ó en la cárcel, y no te servimos?
45Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis á uno de estos pequeñitos, ni á mí lo hicisteis.
46E irán éstos al tormento eterno, y los justos á la vida eterna.

Mateo 26 1Y ACONTECIO que, como hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo á sus discípulos:
2Sabéis que dentro de dos días se hace la pascua, y el Hijo del hombre es entregado para ser crucificado.
3Entonces los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos del pueblo se juntaron al patio del pontífice, el cual se llamaba Caifás;
4Y tuvieron consejo para prender por engaño á Jesús, y matarle.
5Y decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto en el pueblo.
6Y estando Jesús en Bethania, en casa de Simón el leproso,
7Vino á él una mujer, teniendo un vaso de alabastro de unguento de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado á la mesa.
8Lo cual viendo sus discípulos, se enojaron, diciendo: ¿Por qué se pierde esto?
9Porque esto se podía vender por gran precio, y darse á los pobres.
10Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué dais pena á esta mujer? Pues ha hecho conmigo buena obra.
11Porque siempre tendréis pobres con vosotros, mas á mí no siempre me tendréis.
12Porque echando este unguento sobre mi cuerpo, para sepultarme lo ha hecho.
13De cierto os digo, que donde quiera que este evangelio fuere predicado en todo el mundo, también será dicho para memoria de ella, lo que ésta ha hecho.
14Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fué á los príncipes de los sacerdotes,
15Y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le señalaron treinta piezas de plata.
16Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
17Y el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos á Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que aderecemos para ti para comer la pascua?
18Y él dijo: Id á la ciudad á cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa haré la pascua con mis discípulos.
19Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y aderezaron la pascua.
20Y como fué la tarde del día, se sentó á la mesa con los doce.
21Y comiendo ellos, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me ha de entregar.
22Y entristecidos ellos en gran manera, comenzó cada uno de ellos á decirle: ¿Soy yo, Señor?
23Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me ha de entregar.
24A la verdad el Hijo del hombre va, como está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera al tal hombre no haber nacido.
25Entonces respondiendo Judas, que le entregaba, dijo. ¿Soy yo, Maestro? Dícele: Tú lo has dicho.
26Y comiendo ellos, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dió á sus discípulos, y dijo: Tomad, comed. esto es mi cuerpo.
27Y tomando el vaso, y hechas gracias, les dió, diciendo: Bebed de él todos;
28Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados.
29Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
30Y habiendo cantado el himno, salieron al monte de las Olivas.
31Entonces Jesús les dice: Todos vosotros seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al Pastor, y las ovejas de la manada serán dispersas.
32Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galilea.
33Y respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos sean escandalizados en ti, yo nunca seré escandalizado.
34Jesús le dice: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
35Dícele Pedro. Aunque me sea menester morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
36Entonces llegó Jesús con ellos á la aldea que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, hasta que vaya allí y ore.
37Y tomando á Pedro, y á los dos hijos de Zebedeo, comenzó á entristecerse y á angustiarse en gran manera.
38Entonces Jesús les dice: Mi alma está muy triste hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
39Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando, y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso; empero no como yo quiero, sino como tú.
40Y vino á sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo á Pedro: ¿Así no habéis podido velar conmigo una hora?
41Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad está presto, mas la carne enferma.
42Otra vez fué, segunda vez, y oró diciendo. Padre mío, si no puede este vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
43Y vino, y los halló otra vez durmiendo; porque los ojos de ellos estaban agravados.
44Y dejándolos fuése de nuevo, y oró tercera vez, diciendo las mismas palabras.
45Entonces vino á sus discípulos y díceles: Dormid ya, y descansad: he aquí ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores.
46Levantaos, vamos: he aquí ha llegado el que me ha entregado.
47Y hablando aún él, he aquí Judas, uno de los doce, vino, y con él mucha gente con espadas y con palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los ancianos del pueblo.
48Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle.
49Y luego que llegó á Jesús, dijo: Salve, Maestro. Y le besó.
50Y Jesús le dijo: Amigo, ¿á qué vienes? Entonces llegaron, y echaron mano á Jesús, y le prendieron.
51Y he aquí, uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, é hiriendo á un siervo del pontífice, le quitó la oreja.
52Entonces Jesús le dice: Vuelve tu espada á su lugar; porque todos los que tomaren espada, á espada perecerán.
53¿Acaso piensas que no puedo ahora orar á mi Padre, y él me daría más de doce legiones de ángeles?
54¿Cómo, pues, se cumplirían las Escrituras, que así conviene que sea hecho?
55En aquella hora dijo Jesús á las gentes: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos á prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.
56Mas todo esto se hace, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos huyeron, dejándole.
57Y ellos, prendido Jesús, le llevaron á Caifás pontífice, donde los escribas y los ancianos estaban juntos.
58Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del pontífice; y entrando dentro, estábase sentado con los criados, para ver el fin.
59Y los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y todo el consejo, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregale á la muerte;
60Y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se llegaban; mas á la postre vinieron dos testigos falsos,
61Que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.
62Y levantándose el pontífice, le dijo: ¿No respondes nada? ¿qué testifican éstos contra ti?
63Mas Jesús callaba. Respondiendo el pontífice, le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, Hijo de Dios.
64Jesús le dijo: Tú lo has dicho: y aun os digo, que desde ahora habéis de ver al Hijo de los hombres sentado á la diestra de la potencia de Dios, y que viene en las nubes del cielo.
65Entonces el pontífice rasgó sus vestidos, diciendo: Blasfemado ha: ¿qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora habéis oído su blasfemia.
66¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: Culpado es de muerte.
67Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de bofetadas; y otros le herían con mojicones,
68Diciendo: Profetízanos tú, Cristo, quién es el que te ha herido.
69Y Pedro estaba sentado fuera en el patio: y se llegó á él una criada, diciendo: Y tú con Jesús el Galileo estabas.
70Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.
71Y saliendo él á la puerta, le vió otra, y dijo á los que estaban allí: También éste estaba con Jesús Nazareno.
72Y nego otra vez con juramento: No conozco al hombre.
73Y un poco después llegaron los que estaban por allí, y dijeron á Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu habla te hace manifiesto.
74Entonces comienzó á hacer imprecaciones, y á jurar, diciendo: No conozco al hombre. Y el gallo cantó luego.
75Y se acordó Pedro de las palabras de Jesús, que le dijo: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliéndose fuera, lloró amargamente.

Mateo 27 1Y VENIDA la mañana, entraron en consejo todos los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos del pueblo, contra Jesús, para entregarle á muerte.
2Y le llevaron atado, y le entregaron á Poncio Pilato presidente.
3Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, volvió arrepentido las treinta piezas de plata á los príncipes de los sacerdotes y á los ancianos,
4Diciendo: Yo he pecado entregando la sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué se nos da á nosotros? Viéras lo tú.
5Y arrojando las piezas de plata en el templo, partióse; y fué, y se ahorcó.
6Y los príncipes de los sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de los dones, porque es precio de sangre.
7Mas habido consejo, compraron con ellas el campo del alfarero, por sepultura para los extranjeros.
8Por lo cual fué llamado aquel campo, Campo de sangre, hasta el día de hoy.
9Entonces se cumplió lo que fué dicho por el profeta Jeremías, que dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, que fué apreciado por los hijos de Israel;
10Y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.
11Y Jesús estuvo delante del presidente; y el presidente le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices.
12Y siendo acusado por los príncipes de los sacerdotes, y por los ancianos, nada respondió.
13Pilato entonces le dice: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra tí?
14Y no le respondió ni una palabra; de tal manera que el presidente se maravillaba mucho,
15Y en el día de la fiesta acostumbraba el presidente soltar al pueblo un preso, cual quisiesen.
16Y tenían entonces un preso famoso que se llamaba Barrabás.
17Y juntos ellos, les dijo Pilato; ¿Cuál queréis que os suelte? ¿á Barrabás ó á Jesús que se dice el Cristo?
18Porque sabía que por envidia le habían entregado.
19Y estando él sentado en el tribunal, su mujer envió á él, diciendo: No tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de él.
20Mas los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, persuadieron al pueblo que pidiese á Barrabás, y á Jesús matase.
21Y respondiendo el presidente les dijo: ¿Cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: á Barrabás.
22Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesús que se dice el Cristo? Dícenle todos: Sea crucificado.
23Y el presidente les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Mas ellos gritaban más, diciendo: Sea crucificado.
24Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo veréis lo vosotros.
25Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.
26Entonces les soltó á Barrabás: y habiendo azotado á Jesús, le entregó para ser crucificado.
27Entonces los soldados del presidente llevaron á Jesús al pretorio, y juntaron á él toda la cuadrilla;
28Y desnudándole, le echaron encima un manto de grana;
29Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; é hincando la rodilla delante de él, le burlaban, diciendo: ¡Salve, Rey de los Judíos!
30Y escupiendo en él, tomaron la caña, y le herían en la cabeza.
31Y después que le hubieron escarnecido, le desnudaron el manto, y le vistieron de sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.
32Y saliendo, hallaron á un Cireneo, que se llamaba Simón: á éste cargaron para que llevase su cruz.
33Y como llegaron al lugar que se llamaba Gólgotha, que es dicho, El lugar de la calavera,
34Le dieron á beber vinagre mezclado con hiel: y gustando, no quiso beber lo
35Y después que le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando suertes: para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta: Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.
36Y sentados le guardaban allí.
37Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESUS EL REY DE LOS JUDIOS.
38Entonces crucificaron con él dos ladrones, uno á la derecha, y otro á la izquierda.
39Y los que pasaban, le decían injurias, meneando sus cabezas,
40Y diciendo: Tú, el que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate á ti mismo: si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.
41De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciendo con los escribas y los Fariseos y los ancianos, decían:
42á otros salvó, á sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.
43Confió en Dios: líbrele ahora si le quiere: porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.
44Lo mismo también le zaherían los ladrones que estaban crucificados con él.
45Y desde la hora de sexta fueron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.
46Y cerca de la hora de nona, Jesús exclamó con grande voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabachtani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
47Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, decían: A Elías llama éste.
48Y luego, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la hinchió de vinagre, y poniéndola en una caña, dábale de beber.
49Y los otros decían: Deja, veamos si viene Elías á librarle.
50Mas Jesús, habiendo otra vez exclamado con grande voz, dió el espíritu.
51Y he aquí, el velo del templo se rompió en dos, de alto á bajo: y la tierra tembló, y las piedras se hendieron;
52Y abriéronse los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
53Y salidos de los sepulcros, después de su resurrección, vinieron á la santa ciudad, y aparecieron á muchos.
54Y el centurión, y los que estaban con él guardando á Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, diciendo: Verdaderamente Hijo de Dios era éste.
55Y estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido de Galilea á Jesús, sirviéndole:
56Entre las cuales estaban María Magdalena, y María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
57Y como fué la tarde del día, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, el cual también había sido discípulo de Jesús.
58Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús: entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo.
59Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia,
60Y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña: y revuelta una grande piedra á la puerta del sepulcro, se fué.
61Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
62Y el siguiente día, que es después de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos á Pilato,
63Diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré.
64Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; porque no vengan sus discípulos de noche, y le hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero.
65Y Pilato les dijo: Tenéis una guardia: id, aseguradlo como sabéis.
66Y yendo ellos, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra, con la guardia.

Mateo 28 1Y LA víspera de sábado, que amanece para el primer día de la semana, vino María Magdalena, y la otra María, á ver el sepulcro.
2Y he aquí, fué hecho un gran terremoto: porque el ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, había revuelto la piedra, y estaba sentado sobre ella.
3Y su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve.
4Y de miedo de él los guardas se asombraron, y fueron vueltos como muertos.
5Y respondiendo el ángel, dijo á las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis á Jesús, que fué crucificado.
6No está aquí; porque ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fué puesto el Señor.
7E id presto, decid á sus discípulos que ha resucitado de los muertos: y he aquí va delante de vosotros á Galilea; allí le veréis; he aquí, os lo he dicho.
8Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo á dar las nuevas á sus discípulos. Y mientras iban á dar las nuevas á sus discípulos,
9He aquí, Jesús les sale al encuentro, diciendo: Salve. Y ellas se llegaron y abrazaron sus pies, y le adoraron.
10Entonces Jesús les dice: No temáis: id, dad las nuevas á mis hermanos, para que vayan á Galilea, y allí me verán.
11Y yendo ellas, he aquí unos de la guardia vinieron á la ciudad, y dieron aviso á los príncipes de los sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido.
12Y juntados con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero á los soldados,
13Diciendo: Decid: Sus discípulos vinieron de noche, y le hurtaron, durmiendo nosotros.
14Y si esto fuere oído del presidente, nosotros le persuadiremos, y os haremos seguros.
15Y ellos, tomando el dinero, hicieron como estaban instruídos: y este dicho fué divulgado entre los Judíos hasta el día de hoy.
16Mas los once discípulos se fueron á Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.
17Y como le vieron, le adoraron: mas algunos dudaban.
18Y llegando Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
19Por tanto, id, y doctrinad á todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo:
20Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

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